“Porque quien se avergonzare de mí y de mis palabras, de ese tal se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en el esplendor de su majestad, y en la de su Padre, y de los santos ángeles. Os aseguro con verdad, que algunos hay aquí presentes que no morirán sin que hayan visto un bosquejo de la gloria del reino de Dios” (Lc 9:26-27).
En un mundo de simulaciones, que privilegia el materialismo y se ufana de tener en su haber un amplio conocimiento para responder a los misterios de Dios con verdades a medias, les resulta relativamente fácil a los “eruditos”, desacreditar los sucesos extraordinarios e inexplicables que le son revelados a quienes obedecen el Evangelio; un mundo, donde cada vez es más riesgoso hablar sobre la palabra de Dios, pues se puede ser sujeto al descrédito, la persecución, o a la misma condenación social por defender los valores de la vida.
El cristiano prefiere muchas veces callar para no ser expuesto al escrutinio de los que se han alzado como jueces y defensores de una libertad que otrora, ha condicionado la progresiva erosión de los cimientos de la célula de la estructura social: La familia.
Hoy más que nunca las mujeres y los hombres de fe, debemos despertar al llamado de Jesús, a la invitación que todos los días hace, para predicar su palabra, para que el amor que le profesamos y le profesamos a nuestro prójimo, se nutra del manantial de agua viva que quita nuestra sed para siempre.
“Del seno de aquél que cree en mí, manarán, como dice la Escritura, ríos de agua viva” (Jn 7:38).
Dios bendiga a nuestra familia y que en su seno no deje de crecer la fe, y que el Espíritu Santo obre sobre nuestra voluntad para impulsarnos con valentía a reconocer a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Dios bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com