No se aparte nunca el amor de tu corazón, si con amar, sentiste en el alma que no buscabas pecar en la ocasión.
No se derrumbe la esperanza del perdón, Dios te conoce mejor que nadie, y si pensaste equivocabas el camino, porque tu marcha fue temerosa y titubeante, no es que no hayas tenido conciencia de lo que hiciste, el Señor observaba tus pasos a cada instante, y por lo mucho que te ama no podría lastimarte.
En tus caídas frecuentes te has ganado las heridas que mucho o poco mereciste, pero todas ellas lograron aliviarse, aunque para recordarte el dolor que ocasionaste, te dejaron sendas cicatrices, que al verlas y tocarlas, sabrás reconocer en adelante, que volverías a caer, de no haber asimilado aquello que aprendiste.
No podría sostenerte la mirada si tus ojos me vieran diferente, no podría ni siquiera pensar en ofenderte, sintiendo que el mal nuevamente me asechara.
Soy un pecador, lo reconozco con tristeza, mi Señor, pero evito serlo recurrente, porque en mi vida, así como hay amor, también existe el dolor, ese que duele hasta el alma, cuando se es causante del dolor de otra alma, que no merecía ser doliente.
No se aparte nunca el amor de tu corazón, no temas amar nuevamente, sobre todo, cuando sabes que nunca fue tu intensión ofender a Dios y ofender a quien te entrego su amor de manera pura e inocente.
No se mueve una hoja sin la voluntad de Dios, dejemos que el guíe nuestra vida y que su hijo Jesucristo siga siendo el pastor que nos conduzca por el camino de la verdad y de la vida.
Dios bendiga nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com