“Estas cosas os he dicho con el fin de que halléis en mí la paz. En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza, yo he vencido al mundo” (Jn 16:33)
Sí, tienen razón cuando dicen que algo está pasando, que hay desanimo, que la tristeza quiere apoderarse de la voluntad que otrora parecía invencible. Que todo lo que ocurre es natural, comentan, pero, están equivocados, natural es ser vulnerable a las expresiones que roban energía positiva y acrecientan la negativa, y esto, no debería estar justificado, sobre todo porque nadie desea cargase de negatividad; sin temor a equivocarme, aseguro que el mayor anhelo del hombre es ser feliz, entonces, por qué renunciamos a serlo con tanta facilidad, abrumados por situaciones comunes que deberíamos, en primer término evitar, y de presentarse, deberíamos desechar para no causarnos ningún mal.
En estos momentos veo una fotografía donde aparezco con mi esposa, es de una navidad y fue tomada hace algunos años, ambos nos vemos radiantes, la felicidad está presente y si bien la celebración lo ameritaba, puedo asegurar que no estaba influyendo significativamente para que en esos momentos nos sintiéramos tan plenos de gozo; había algo más importante entre nosotros que nos hacía ver invencibles y tener una visión del presente, extraordinariamente buena, e incluso, nos animaba a tener planes a futuro; siempre he sabido que los que nos mantiene en perfecto estado anímico es el amor, y no quiero decir con ello que años después ese amor este perdiendo vigencia, si así lo fuera seguramente no tendríamos esperanza alguna para seguir unidos, lo que pasa es que hemos dado a otras situaciones una prioridad que además de desgastarnos físicamente, nos desmoraliza espiritualmente, les hemos permitido robar nuestra energía positiva, con la falsa idea de que estamos resolviendo situaciones en las que sí podríamos intervenir para auxiliar, mas no para resolver de fondo.
Dios no se equivoca y sé que nuestra unidad es fuerte, tampoco creo, que nos esté poniendo a prueba, más bien, no estamos escuchándolo y por ello no estamos entendiendo lo que Él desea para nosotros, de ahí, que la interpretación que le damos a su Evangelio pareciera que contradice lo fundamental del mismo: Amar para ser felices. Si nos amamos como Dios manda, seguramente encontraremos solución a cualquier obstáculo que quiera interferir con su mandato, si amamos como pensamos que debe de ser el amor humano, seguramente pasaremos la vida intentando ayudar a que otros se amen a sí mismos.
Que Dios todopoderoso nos envíe al Espíritu Santo, para que fortalezca nuestro entendimiento y encontremos en la humildad la sabiduría para amarnos a nosotros mismos y encontrar en ese amor la manera de mostrarle a los demás que el poder más grande que el Señor nos a obsequiado es su amor.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.
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