“Porque ahora nuestro conocimiento es imperfecto, e imperfecta la profecía. Mas llegado que sea lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto. (1Corintios 13:9-10).

Reconocer nuestra imperfección nos da la oportunidad para buscar la perfección, negarnos a hacerlo, nos mantiene muy alejados de las oportunidades que nos ofrece Dios para vivir en paz y disfrutar la vida. Hay personas que durante su desarrollo personal, se van haciendo a la idea de luchar para encontrar un ideal de vida; frecuentemente ocurre que en ello, contemplan más las cosas materiales que las del espíritu, en el camino interactúan con otras personas y sólo ven en ellas las imperfecciones y no la lucha que libran por tratar de ser mejores en el buen sentido humano, entonces, al medir sus alcances y ver las diferencias, se vuelven jueces y verdugos de su prójimo, sin saber a conciencia, que al estar juzgando sin entender por lo que están pasando los demás, va cerrando puertas para alcanzar lo que el Señor tiene dispuesto para cada quien.

Un buen día, caminando junto a Jesús le dije: Señor, tú que eres puro amor, ¿podrás perdonarme que en ocasiones sea duro de cabeza? el Maestro contestó: Todo lo que hay en tu cabeza es tuyo, tú lo creaste y está en ti el poder cambiar aquello que sabes que no es bueno para ti y para tu prójimo, mas, lo que hay en tu corazón me pertenece, porque antes de crearte, me alojé en él para siempre, para que las puertas que fueras cerrando en tu errático caminar, por la dureza de tus pensamientos, no se cerrasen para siempre; cada vez que tomes una decisión difícil, pregunta antes a tu corazón si es lo más justo y correcto para ti y para tus semejantes, si encuentras en ello una injusticia, no escuches más a tu cabeza al tomar decisiones precipitadas e injustas, escucha a tu corazón y pide perdón ¿acaso yo no he perdonado tus faltas? Dices bien que soy puro amor, porque mi Padre es amor puro y me ha enviado a ustedes para que ese mismo amor florezca en el corazón de todos.

“La caridad es sufrida, es dulce y bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitadamente ni temerariamente, no se ensoberbece, no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, complácese sí en la verdad; a todo se acomoda, cree todo el bien del prójimo, todo lo espera y lo soporta todo.” (1 Corintios 13:4-7).

Dios bendiga a todos los matrimonios, a nuestra familia, a nuestros amigos y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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