“Regocíjense, y alégrense en ti todos los que te buscan; y digan sin cesar los que aman a su Salvador: Engrandecido sea el Señor. Yo por mí soy un menesteroso y pobre: ayúdame, oh Dios. Amparo mío y mi liberador eres tú; ¡oh Señor!, no te tardes. (Salmo 69:5-6).

No tardes mi Señor en liberarnos de este mal que nos aqueja, tú presencias con dolor el sufrimiento de tus hijos en la tierra, sólo tú sabes si lo merecemos o no, por haberte fallado en múltiples ocasiones, más, en mi corazón sé bien, que aunque no se mueve una hoja sin tu voluntad, que lo que hoy nos tiene en esta situación tan lamentable no eres tú, porque en tu Sagrado Corazón sólo hay amor, misericordia y perdón.

No tardes mi Señor y escucha las plegarias de los que te buscamos, porque nuestro amor por ti es verdadero y te amamos, así como amamos toda tu obra.

No tardes mi Señor y quédate con cada uno de los que hoy sufren la angustia de sentir que su fin pudiera estar cerca, regrésales la esperanza de volver a sus hogares y de poder enmendar sus errores, si así los tuvieran.

No tardes mi Señor en hacernos sentir tu misericordia, para sentir la sanidad que con ella viene para nuestro cuerpo y nuestro espíritu.

No tardes mi Señor en alejar nuestros temores, que tu amor derrote cualquier duda, cualquier mal, y así podamos continuar nuestro camino por la vida, hasta que alcancemos la maduración espiritual y entremos en sintonía y paz para allegarnos la vida eterna.

Señor mío y Dios mío, que nuestros pasos sigan dejando huella en el suelo de esta tierra, que todo nuestro sentir amoroso abrace a los que amamos y que nuestro amor por ti, sea la fuerza que derrote todos nuestros miedos.

No tardes Señor, que te esperamos, regresa a nosotros la alegría de sabernos hijos tuyos y perdona todo aquello que hemos hecho y te ha ofendido. Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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