Es, sin duda alguna, y sin cambios generacionales, la familia el núcleo social más importante, ya que es ahí donde se nace, crece y se educa a la gente.
No es en las escuelas o templos, no es en universidades sino en la familia donde aprendemos lo que se ha perdido hoy en día alarmantemente, y que tiene que ver con el sentido de responsabilidad, formalidad, honorabilidad, educación y respeto hacia los demás y hacia uno mismo.
Y es precisamente que este domingo se lleva a cabo evento muy importante de convivencia y ensalzamiento de esos valores casi perdidos, pero que con una esperanza viviente se cuelgan de las autoridades y un grupo importante de tamaulipecos, ávidos de recuperar y rescatar la parte que todavía nos hará sentirnos humanos útiles a los demás y a nosotros mismos.
Dicen muchos viejos que se han perdido los valores humanos y es muy cierto. El columnista certifica tristemente la falta de respeto en un salón de clases, donde llega un profesor y nadie hace caso: siguen con sus chats, sus charlas y sus palabras qu3e, si bien es cierto que se conocen, no son propias de expresar en un sitio de esta naturaleza.
O ver en las calles la degradación familiar que flota en el ambiente, cuando va la madre o el padre caminando con sus críos y dejando la atención a ellos en segundo plano, porque van en el Whats App o en el Facebook, dando mucha más importancia a grabar “likes” que a lo que pudiera hacer, ver o aprender el hijo.
Esos valores que nuestros abuelos se quejaban que nosotros fuimos perdiendo, pero que son y siguen siendo la base de un grupo adecuadamente formado, en donde no se nos permite robar porque sabemos que es inadecuado, y no necesitamos de la autoridad para entenderlo, como tampoco requerimos de ser de un grupo político para justificar los muchos miles -millones- de pesos que se desvían para causas personales.
No concebimos la formación familiar de políticos como los líderes sindicales, exalcaldes o exgobernadores, expresidentes y un muy numeroso grupo de millonarios que, sin recato alguno han robado, pasando por alto los valores que mamá y papá seguramente les enseñaron de pequeños.
Se dedicaron a vivir de otra forma, y hoy han olvidado muchos de ellos esos minutos sagrados de convivencia familiar.
El evento ha sido promovido por el DIF Tamaulipas y su presidenta, Mariana de García Cabeza de Vaca, y por el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y para que se lleve a cabo esta importante jornada se ha dispuesto de un sinnúmero de recursos humanos y materiales, porque se pretende recuperar eso que han dado en llamar el “tejido social”, que no es más que la base moral de nuestra sociedad para poder recuperar el rumbo que no debimos perder hace mucho, y que debiera ser prioridad en todos sentidos.
Qué bueno que hay eventos de este tipo donde nos ofrecen la oportunidad de preguntar a los hijos si ya se cansaron o tienen sed, si tienen hambre o quieren agua, porque dentro de la convivencia se tiene que privilegiar desde lo más significativo hasta lo más insignificante, porque todo vale, todo cuenta y todo deja mensaje en los hijos.
Finalmente, lo que somos y vivimos a diario lo hacemos por ellos, por los hijos como causa prioritaria, y es por ello que debemos valorar este esfuerzo de las autoridades y voluntarios, porque se quiere recuperar a una familia con principios y valores, con ganas de convivir, y dejar a un lado la tecnología existente para dar paso el diálogo, tan importante e insustituible que es.
Dejemos que el Día de la Familia crezca, se solidifique, se haga tradición, y posteriormente, a corto plazo, hagamos que todos los días sean “día de la familia”, y entonces podamos acompañar el crecimiento y desarrollo de los hijos durante su existencia, y ser el baluarte que nuestros padres y abuelos fueron para con sus hijos.
Que no se pierda el amor a la familia, a los que nos rodean, y que no se sustituya con nada, porque es el mejor valor y tesoro que podemos aquilatar.

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