Las situaciones estresantes van desde pequeño contratiempo, situación temporal; pérdida de objetos, rueda pinchada, perder el buz, multa de tráfico, mala nota de los hijos, etc. Los grandes cambios positivos en la vida incluyen matrimonio, graduación, iniciar un negocio o trabajo, nacimiento de un hijo. Negativos (muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, la separación, lucha por custodia de hijos, cuidar a personas mayores) Problemas continuos (pareja, familiares, laborales, deudas que crecen, enfermedades) Nos doman en un ritmo de vida acelerado, útil para la vida consumista, que nos hace olvidar que somos un medicamento con fecha de caducidad, efecto benéfico, y múltiples efectos adversos.
Este estilo de vida genera respuestas en desadaptativas por el estrés exagerado: Físicas: Dificultad respiratoria; síntomas gastrointestinales; dolor de cabeza, cuello o de espalda; contractura muscular; sudoración en exceso; palpitaciones; arritmias; presión sanguínea alta; aumento de glucosa. Emocionales/psicológicas: Fatiga; coraje; rabia; frustración; apatía; abatimiento; irritabilidad; depresión; angustia; cambio de humor; intranquilidad; desesperación; dificultad de concentración; problemas de memoria, insomnio.
Respuestas Conductuales/Hábitos Autodestructivos que se asumen: Fumar en exceso; abuso del alcohol u otras drogas. Abuso de medicamentos. Exceso o defecto en el comer; impulsividad; discusiones a destiempo o fuera de lugar; actitud agresiva; alejamiento y aislamiento del entorno.
Hay que aprender a enfrentarnos a situaciones nuevas; a descubrir y conocer limites actuando en consecuencia; a decir “no” a lo que no podemos cumplir. Es racional y responsable rechazar a tiempo, que continuar sin poder terminar, es lo justo para todos. Aprender a mantener prioridades; no posponer decisiones; a desconectar nuestros problemas y no trasladarlos de un ámbito a otro; a ocuparnos de problemas, no a preocuparnos por ellos; no sólo nosotros tenemos necesidades, también los demás.
Hay que aprender a vivir de manera feliz. No hay que permitir que el mal sabor de una situación se convierta en el aliento del día; que se vaya feliz cada día. La responsabilidad seria, formal, madura, que nos corresponde es vivir de manera que las decisiones lleven a la paz y tranquilidad, aunque los resultados sean negativos. Es la manera de decidir, lo que marca el carácter y da acceso a la felicidad.
Cuando olvidamos que tenemos un efecto benéfico para nosotros y para quienes se interrelacionan con nosotros, y reaccionamos desadaptativamente, olvidamos el amor y su poder universal, y afloran los efectos adversos de nuestra personalidad; amargura, crítica, agresividad, egoísmo, malestares físicos, que sepultan el amor y el perdón. De esta manera nos secuestramos emocionalmente y perdemos la capacidad de amar, la generosidad, el dar lo mejor de nosotros mismos, mantener la calma, resolver los retos lo mejor posible en beneficio de todos y de la causa en común, sea personal, familiar, laboral o social.
Olvidamos que somos un eslabón de una cadena humana con fecha de caducidad que olvida buscar la felicidad en cada día, pues siempre hoy, es el último para muchas personas en el mundo.
Así que a dar el efecto benéfico que todos poseemos.