¿Le gustaría sentir que por sus venas corriera de nuevo la energía vital que anima al cuerpo, aquella, que al cansancio desvanecía con tan sólo dormir un par de horas, y que al levantarse de la cama, lo hacía sentir tan fresco y lleno de vida que anhelaba ir en busca de nuevas aventuras?
De querer, quiero, dirimamos muchos, de poder, quien sabe, y no por el hecho de no contar con suficiente dinero, como para no tener que preocuparse por el esfuerzo diario para conseguir efectivo, para cubrir las necesidades básicas, y así poder permanecer con aliento en el espacio que le tocó vivir; la verdad, la cuestión de querer y poder, podría no tratarse de un asunto relacionado con la economía; se puede no tener dinero con que impulsar el anhelo de querer, y éste, con tan sólo el hecho de sentir que se puede, teniendo la capacidad para mover la voluntad, se puede.
De querer, quiero muchas cosas, como seguramente las quiere usted, pero, todos sabemos que el paraíso que heredamos del Creador, poco a poco se va convirtiendo en un páramo, y todo, porque aquellos que dijeron que querían y pudieron, dividieron el todo en parcelas territoriales, les pusieron nombre y se instalaron como dueños y señores de lo que en realidad fue de todos.
De querer, quiero que cambie todo para bien, pero ¿pensarán igual los que quisieron poder y lo tuvieron?
En el hecho de querer por el poder, se pueden cometer muchos errores, empezando por pensar que de la noche a la mañana, se pueda descoser la red que tardó tantos años en ser tejidas precisamente por aquellos que igual quisieron y pudieron.
De querer, todos queremos el bienestar, pero para ello, todos debemos querer cambiar, porque el poder sí se puede, pero el querer quién sabe.
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