Quienes experimentamos un diagnóstico de enfermedad crónico-degenerativa sabemos lo que es la medicina permanente: no poder prescindir de ella hasta el último de nuestros días y, a veces, tener que hacer uso de recursos extraordinarios para complementar lo que el médico nos solicita, porque no se encuentra ésta en el llamado Cuadro Básico de Medicamentos.
Dos son los padecimientos más comunes que aquejan al individuo hoy en día: la diabetes mellitus y la hipertensión arterial, que nos tienen de alguna manera, “condenados” a tomar el medicamento de por vida, buscando alternativas para que el presupuesto familiar no se vea afectado.
En ciertos casos, hay que comprar el medicamento, porque no se encuentra disponible o porque simplemente no lo hay en la gama que nos ofrecen las instituciones, y buscamos, en definitiva, no caer en complicaciones producto de un abandono parcial o total del tratamiento. Somos cuidadosos en ese sentido, y tratamos de satisfacer a nuestro organismo en ese rubro.
Pero ¿qué sucede cuando o se puede comprar? De todos es conocido el alto costo que tienen hoy en día los medicamentos: algunos son de un costo tan elevado que un tratamiento parcial nos desbalancea cualquier presupuesto, e inclusive, no se encuentra disponible en las farmacias donde se pueden adquirir los productos genéricos, que son una maravillosa alternativa para los que pensamos en ahorrar algunos pesos en aras de conservar la salud.
Está en casi todas partes una sucursal de la farmacia del doctor Simi, una gran ventaja para muchos, porque encontramos tanto medicamentos como insumos a bajo costo, aunque no existen todas las opciones terapéuticas que los doctores manejan. Algunas cosas habrá que buscarlas en otras farmacias donde nos venden la medicina llamada “de patente”, y que es sobradamente mucho más elevada en su costo total.
Y en ese sentido, muchos de nosotros jugamos al doctor y buscamos alternativas más baratas. Inclusive, consultamos al farmacéutico que no tiene estudios de medicina, y confiamos en su buen juicio y experiencia para que nos indique qué podemos hacer para llevar todo lo que la receta dice, y que nos alcance el dinero.
Muchas veces el doctor considera algunas cosas en forma sobrada y nosotros surtimos todos los medicamentos, dejando a un lado algunas cajas que no ocupamos, o en presentaciones que no son idóneas porque lo que queda después de lo indicado es suficiente como para pensar que hemos desperdiciado el dinero.
Tiempo es de eficientar cada peso que ganamos para saber que se está invirtiendo en forma adecuada. La salud es uno de los aspectos más importantes que debemos cuidar, de ahí la importancia de no dejar a un lado los tratamientos que nos facilitan los doctores, quienes estudian para que nosotros tengamos a la mano un tratamiento eficaz, adecuado.
Bueno, en detalles tan pequeños como las jeringas para un tratamiento se nota la diferencia entre una jeringa de dos o una de seis pesos: el filo de la aguja es importante y puede causar lesiones pequeñas, molestas, cuando se busca el cuidar los recursos. Eso lo vivimos los que tenemos necesidad de su uso frecuentemente, como por ejemplo, para aplicarnos insulina o algún compuesto que nos permita recuperar la energía que la enfermedad nos está quitando.
Es un batallar de todos los días que tenemos que enfrentar en forma clara y pensando en que el dinero nos alcance para el fin de mes, cuando llegue el siguiente pago y podamos decir que lo logramos.
La verdad es que la medicina está sobrevaluada: la industria farmacéutica ha pensado que todos los enfermos somos millonarios o algo por el estilo, pero debería haber una ley que regule el precio de los medicamentos, sobre todo, aquellos que por su naturaleza tienen que ser consumidos frecuentemente por un gran número de personas.
Es así donde nos gustaría ver a los Monreal, los Batres y todos esos legisladores que pelean por aspectos superfluos, cuando hay temas tan importantes y de gran impacto social, como el que nos ocupa y que perjudica a millones diariamente.
¿Se podrá hacer algo?

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