En la historia moderna de los gobernadores de Tamaulipas, es posible encontrar diversas similitudes, con diferencias en la forma pero inobjetables coincidencias en el fondo.
Una de esas circunstancias es el intento externo de deslegitimar, investigar y hasta de hacer caer un mandato en plena vigencia. Ha sucedido en varios casos, pero uno de ellos merece en especial una nueva reflexión por su cercanía cronológica y la magistral forma de resolverlo.
Permítame exponerlo.
Corría la fase final de la gestión del entonces gobernador Américo Villarreal Guerra y en esa etapa, de manera que se antojaba sospechosa, se sucedieron violentos motines carcelarios con estallidos sangrientos que encontraron sede primordialmente en Victoria y Matamoros, con decenas de muertos como funesto saldo.
La administración americanista no encontraba la solución, porque tan pronto se apagaba un fuego aparecía otro. Nada parecía detener esa escalada letal y lo que en principio parecían sólo rumores en el transcurso de los días se convirtió en virtual certeza: Alguien –o “alguienes” como dicen en el rancho– buscaba moverle el tapete al mandatario tamaulipeco.
Se movieron hilos políticos, se trató de conciliar diferencias, pero el escándalo crecía.
Sin embargo, hubo al fin una respuesta del americanismo, orquestada en la práctica por un extraordinario jefe de prensa y viejo lobo de mil batallas, Manuel Montiel Govea. ¿Cuál fue?
Podría sintetizarse en una lacónica frase: Cuidar la casa.
Con los medios de comunicación asentados en el Estado como plataforma de una estrategia política, Américo logró aglutinar en un solo y granítico frente a empresarios, líderes sociales, campesinos y obreros, colegios de profesionales y a figuras relevantes de la política, inclusive de partidos adversarios del entonces hegemónico PRI, que dieron la cara en forma directa en defensa del entonces gobernador y por lo tanto de Tamaulipas.
El éxito de esa tarea de pala y trinchera, porque en ese tiempo internet era un término misterioso para casi todos, fue y sigue siendo evidente: Américo es uno de los gobernadores tamaulipecos mejor recordados, gracias en gran parte al trabajo de Don Manuel.
¿Podría escribirse ahora una historia similar?
Es sólo una pregunta, pero en la modesta opinión de este servidor, valdría la pena releer las lecciones que deja la historia…

EL RELATO DE CAVAZOS
Y a propósito de epidemias, dejo aquí un pasaje expuesto por quien también fue gobernador, Manuel Cavazos Lerma, en un encuentro con empresarios del sur.
En ese tiempo, la crisis económica en los primeros meses del Presidente Ernesto Zedillo cimbraba a México y el matamorense dejó en el pódium una lección memorable. Les dejo un resumen.
“Una vez, La Peste se dirigía a una ciudad rebosante de habitantes para matar a todos. En el camino se topó con un pastor que le asistió y le preguntó que a dónde iba y qué planeaba hacer. La respuesta de La Peste fue que iba a matar a 10 mil.
El pastor le rogó que no lo hiciera y después de varias súplicas logró conmover a la epidemia, quien le dijo que atendería su petición y mataría sólo a diez.
La Peste se fue y unos días después regresó de la ciudad, donde la mortandad había sido horrible. El pastor, furioso y desconsolado le increpó: ¿Por qué acabaste con miles si dijiste que sólo matarías a diez personas?
La Peste le contestó:
“Te equivocas, cumplí mi palabra; yo sólo maté a diez. A los demás los mató el miedo”.
Cualquier parecido con lo que ahora sucede, no es coincidencia, es la realidad…

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