Somos tan novedosos los seres humanos que hemos cambiado muchas formas de expresión o definición de las cosas que nos rodean: cuando la tecnología comenzó a desarrollarse a través de sistemas computacionales, aparecieron muchos programas y aplicaciones, que conocíamos como Software básicamente. No había más que un buen software o una versión última que nos permitiera acceder a los avances más significativos.
Hay que recordar cuando salía una versión nueva de cualquier programa y teníamos que instalarla.
Hoy, tenemos que los programas se actualizan muy periódicamente, quizá mucho más de lo que desearíamos los usuarios que nos fastidiamos de estar actualizando una y otra vez, y en ocasiones vemos que nos quitan algunas características que utilizábamos. No lo hacen personalizado, y eso lo entendemos, pero… ¿tanto cambio?
Surgen posteriormente al cambiar las preferencias tecnológicas, las aplicaciones para teléfonos celulares, pomposamente llamadas “App”, y que tienen el mismo objetivo: que accedamos fácilmente a determinado servicio, sistema de compras, información u otra cosa.
Sin embargo, las que se ofrecen a través de las dos grandes cadenas -Google y Apple- tienen sus aspectos que hay que vigilar, para no caer en esos engaños que llamábamos fraude, y que hoy se quieren disfrazar de muchas maneras.
Hay aplicaciones que se bajan gratuitamente y ya teniéndolas nos dicen que son de prueba, que su costo es de tanto dinero al mes o año, pero que podemos acceder durante 7 o 10 días a ella sin costo.
Claro que el acceso es tremendamente limitado, y luego se actualizan solas y se cargan en nuestras cuentas de forma por demás irresponsable, porque no hemos dado una aceptación tácita para ello.
Llegan y es dificilísimo sustraerse de ellas.
Las “Apps” nos facilitan el acceso a muchas cosas, ya que no tenemos que buscar la página web que nos determine ese ingreso, sino que, en una forma directa nos dan ese servicio.
Sin embargo, algunas Apps tienen muchos trucos, y aparte del molesto “Aviso de Privacidad” que nos enjaretan a fuerza todos, tienen algunas. Osas que nos evitan poder llegar a descubrir todo lo que quisiéramos, o tramitar lo que necesitamos, porque tienen fallas sustanciales.
Los ejemplos los vemos, los padecemos: la App de la Comisión Federal de Electricidad ofrece una pantalla mucho muy amable, pero no se pueden hacer pagos, o cada determinado tiempo se salen de los procedimientos bancarios y es prácticamente imposible pagar en línea.
Así sucede con muchos de estos recursos: no tienen un individuo que les esté probando como cualquier usuario y detecte lo que no nos gusta a nosotros. En ese sentido, es importante señalar que las fallas son garrafales, y otros lanzan sus Apps solo por tener, por cubrir su actitud orgullosa y “snobista”, pero la verdad es que la App sirve para dos cosas: para nada, y para…
Sería importante que los dos grandes gigantes de las Aplicaciones modernas tuvieran un filtro de calidad, y o únicamente por un pago permitir que a través de ellos se suban éstas para tenerlas accesibles a los usuarios: se requiere un trabajo comprometido y de calidad para que éstas, las Apps- funcionen adecuadamente y no nos den tantos problemas.
Nuestros celulares están llenos de aplicaciones, y cuando requerimos algo nuevo, presumimos nuestra “experiencia” en Apps, y hacemos gala de saber cómo se accesan y más, cuando la verdad es que aún nos quedan grandes, y no porque no sepamos, sino porque los desarrolladores no completan un servicio de calidad y no corrigen lo que hay que mejorar.
Nos falta mucha calidad, en otras palabras.

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