Es muy peligroso dejarnos llevar por las apariencias, y aplica en todo ambiente, situación, clase y condición.
Mucha gente, en el caso de la educación, piensa que hay dos niveles de alumnos, siendo los que estudian en las escuelas públicas los “pobres” como dría el presidente que hoy tenemos, y los “ricos”, de las escuelas particulares. Nada más falso que una aseveración que además es discriminatoria, porque “etiqueta a unos y a otros equivocadamente en una gran mayoría de casos.
Vemos por partes: todos buscamos lo que consideramos la mejor opción para nuestros hijos en materia de formación académica y de todo tipo, y en el caso de la escuela, tal es la efervescencia que hay escuelas que hoy en día siguen atiborrándose de solicitudes tempranas porque queremos que nuestros hijos estudien ahí.
Los casos más mencionados en Victoria son de la primaria Lauro Aguirre o la Leona Vicario, donde todos queremos que nuestros hijos entren por la calidad de sus planes y profesores.
O la secundaria 4, que ha sido de las mejores del estado y el país, y así, podemos seguir señalando.
Se supone que debiéramos inscribirlos en la escuela de la zona donde vivimos, pero todos buscamos algo mejor, y de esa forma, muchos caemos en las escuelas particulares, entre las que existen algunas con un prestigio académico intachable, sin que lo anterior quiera decir que somos “fifís”.
Habermos algunos que gestionamos y buscamos becas para nuestros hijos que van a esas escuelas particulares a un ambiente que socioeconómicamente no es el más boyante para nosotros, pero los incluimos ahí porque queremos que tengan la mejor formación, pensando en su futuro.
De igual forma, en las escuelas oficiales encontramos muchachos que llegan en automóvil propio de modelo reciente y celulares extremadamente caros, loque refleja que su situación económica no es nada apremiante.
No tenemos por qué cuestionar la decisión de los padres, sino el resultado de sus acciones. Nos parece discriminatorio pensar que todos lso alumnos de colegios particulares son ricos y todos los de oficiales son pobres, porque etiquetamos de una forma equívoca a ellos y les hacemos más daño que otras acciones que aparentemente son defensoras de los derechos de todos.
Recientemente ha salido la convocatoria para inscribir a los bachilleres a los programas del presidente López Obrador y que tengan un apoyo que también se entrega a los que no estudian ni trabajan por igual, pero curiosamente, los chicos que estudian bachillerato en una instancia particular no tienen derecho a esos beneficios, es decir: los ninis tienen más derechos que los que hacen un esfuerzo -dirigido por sus padres o por iniciativa- de mejorar en su situación en la vida.
¿Justo? ¡Claro que no lo es!
Habrá que ver de qué forma se pagan las colegiaturas de los chicos que están en escuelas particulares; mucha gente, y lo sabemos, prefiere gastar en carnitas asadas los fines que en invertir en educación, y otros suponen que es mejor aguantarse para que los hijos tengan mejor nivel educativo.
Pero el gobierno actual no ve esas acciones y no apoya igualmente a los que realmente hacen un esfuerzo.
Somos de la idea de que los apoyos deben darse si se anuncia que es para los mexicanos, en su totalidad, y sin los distingos de hoy en día.
Nuestros hijos, en escuela de lo que sea, merecen también ese apoyo que prometió el señor López Obrador, y no tienen por qué marginarlos de una lista de posibles beneficiarios.
Los alumnos de colegios particulares también tienen necesidades de toda índole, no son marcianos y no viven en otro planeta.

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