A lo largo de los años –más de los que quisiera aceptar– de ser testigo en Tamaulipas del quehacer político desde este oficio, me queda claro que las historias que en ese terreno se registran, en la forma cambian de nombres y de lugares, pero en el fondo son las mismas.
En nuestro Estado, como prácticamente en todo el país hasta poco más de dos décadas, casi todas esos pasajes han tenido como protagonista al Partido Revolucionario Institucional, lo cual se explica por su extensa longevidad en el usufructo del poder en todas las estructuras institucionales, pasando por diputados, alcaldes o gobernadores.
Expongo lo anterior a raíz de lo hecho público en redes sociales y en alguno que otro medio formal, sobre el rechazo de un ente político de segundo nivel en Baja California –APBC por sus siglas– a la designación del ex alcalde victorense Oscar Almaraz Smer como Delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en esa Entidad.
¿Cuál es la novedad en esto?
En lo personal nunca he visto, no sólo en Tamaulipas sino en otros estados, que durante el maximato priísta –y sigue sucediendo– un representante del CEN tricolor reciba bienvenidas con sonoras fanfarrias y jubilosas aclamaciones. Lo normal es lo contrario: Siempre hay algo qué reclamarle, algo por qué exhibirlo, algo que denunciar sobre esa persona o peor aún, algo con qué amenazarlo. Es una página que se ha reescrito una y otra vez.
¿En verdad alguien se sorprende de eso?
Es entendible aunque tal vez no justificable. En los procesos electorales los extraños suelen ser vistos como una amenaza a los intereses locales y en consecuencia los grupos de poder actúan con “descubrimientos” de tipo privado, financiero e inclusive jurídico, junto a otras martingalas por el estilo. El objetivo claro es advertir al intruso a lo que se expone si como se dice en forma coloquial, se brinca las cercas.
Un caso en Tamaulipas, viejo ya, retrata hasta dónde pueden llegar los excesos de esas añejas tribus priístas para demostrar su control. Es el de Celso Humberto Delgado Ramírez, quien por no plegarse a los caprichos de algunos caciques en esta tierra fue lazado –literalmente– y arrastrado en un municipio rural, por fortuna para él sin mayores estragos en su humanidad.
Curiosamente esa amarga y aleccionadora experiencia después le sirvió mucho a Delgado, porque tras su carrera diplomática y legislativa la familia priísta lo premió posteriormente con la gubernatura de Nayarit. El personaje aún vive en la comodidad de su pasado.
De ese tamaño se han movido en el PRI las piezas en los procesos electorales cuando surge la sombra de un “invasor” y es peor aún en estos tiempos, con un mando nacional a quien no le hace caso ni la cocinera.
Así, nada raro hay en torno a lo que le sucede a Oscar Almaraz. Lo más seguro es que cumpla su función como él sabe trabajar en esas lides y regrese a Tamaulipas con la tranquilidad de siempre.
¿Y quién sabe?…Tal vez también reciba años después un premio como el de Celso Humberto…

MESURA REPUBLICANA
La visita de Andrés Manuel López Obrador a Tamaulipas y en particular su diálogo con el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, parece alejar las nubes de tormenta que a muchos nos inquietaban, principalmente por la suerte del Estado frente al nuevo ciclo de poder federal,
En lo personal, la postura de acercamiento del mandatario tamaulipeco es en mi opinión una muestra de madurez política que aclara, por lo menos en su etapa inicial, el futuro escenario político de esta geografía. Los rayos y truenos no aparecieron y en cambio dominó la mesura republicana.
Al margen de partidos en el poder, el mandatario tamaulipeco mostró que el oficio político significa más que unas siglas o colores. Bien por esa actitud y bien también por el inminente Jefe de la Nación…

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