Durante la crisis de la deuda externa y la caída del precio del petróleo, México buscó una transición. Para evitar consecuencias negativas, desde 1982 se implementó un ajuste financiero estricto con el objetivo de salir del problema financiero y controlar la inflación para evitar hiperinflación.

Surgió la transformación económica a una economía de mercado acorde a la política de apertura económica global. Se esperaba impulsara el crecimiento económico y mejorara salarios y empleo. El cambio coincidió con el paso a un mercado unificado y democracia representativa en el mundo.

Hoy vemos que las expectativas fracasaron al persistir pobreza, inestabilidad financiera, desigualdad económica y social. La economía mexicana se estrechó con la de EE. UU., guiada por la integración de mercados. Hoy sufrimos las dificultades del pasado, con estancamiento prolongado y bajos niveles de inversión pública.

Es crucial una reforma en Hacienda para revitalizar la programación y planeación económica y social. También inversión en busca de desarrollo regional con equilibrio entre la pública y privada, y cumplir con demandas sobre la base de demografía (empleo), economía (bien pagado) y política democrática.

La crisis económica es enorme desafío. Implica políticas y decisiones que buscan estabilizar la economía, proteger al ciudadano y promover crecimiento sostenible. Los demócratas aumentan el gasto en tiempo de crisis para estimular la economía: Infraestructura, programas de asistencia social y apoyo a pequeñas y medianas empresas. Reforma fiscal en tasas impositivas y reestructuración tributaria, son llave para ajustar la economía.

Los bancos centrales juegan papel fundamental en la gestión de la crisis. Reducen tasas de interés para fomentar el crédito. Estas medidas se diseñan para incentivar consumo e inversión, estabilizando la economía.

La protección de los ciudadanos es prioridad en una democracia. Implementan asistencia social: subsidios, seguros de desempleo y ayudas alimentarias para apoyar a personas afectadas, pues estimulan el consumo y la demanda interna.

¿Es así en México?