Hace 50 años México sufría los problemas que actualmente le aquejan, excepto la violencia propiciada por el desarrollo social del crimen organizado. Con problemas por resolver, el país crecía económicamente abriendo servicios básicos como educación, salud, vivienda, con empleo suficiente para la población activa económicamente.
El círculo de bienestar social era muy amplio, albergaba a la mayoría de los mexicanos, claro está, con las características propias del estilo de vida de esa época. La minoría se encontraba fuera del círculo de bienestar. A 50 años, el círculo se cierra desde hace 40 años, pues en la década de los años 80s inicia el deterioro constante del poder adquisitivo en México derivado de crisis económicas recurrentes, aumento de la deuda externa, inflación, devaluación del peso, por lo que la minoría que está en el círculo de bienestar se ha reducido y se ha incrementado el número de mexicanos que se encuentra fuera. Simplemente en situación de pobreza está poco más del 50% de la población.
Derivado de esta lamentable realidad social y económica, el principal desafío de México es mejorar el bienestar general de la población con políticas que eviten la pobreza entre los grupos poblacionales. La persistencia de la pobreza impide el desarrollo de la potencialidad de las personas en todo aspecto de la vida (proceso productivo, en educación, en cultura y en sus expresiones espirituales)
No es lo mismo ser pobre en una sociedad rica, que en un país atrasado; o ser un pobre productivo y autosuficiente (campesino con tierra), que quien subsiste de la asistencia pública y de seguros de desempleo, como sucede en una parte de la fuerza laboral en los países industrializados.
La pobreza económica va de la mano de pobreza política, autoritarismo y nulo respeto a los derechos humanos. Los marginados no participan en los procesos de toma de decisiones que afectan directamente sus intereses. Quienes viven en extrema pobreza no pertenecen a sindicatos, partidos políticos; asociaciones; organismos, carecen de rostro y voz. Esta debilidad se acrecienta cuando las personas alcanzan el límite del uso productivo en la sociedad industrial. Después de los cuarenta años, es casi imposible que una persona con escolaridad primaria obtenga trabajo permanente y sucede igual con universitarios.
Los trabajadores pobres de antaño eran necesarios para mantener un sistema hombre- máquina. A fines del siglo XX, los nuevos pobres desplazados por la tecnología y las comunicaciones no encuentran empleo. Los factores influyentes en la pobreza son innumerables, entre ellos, la mala distribución de los ingresos; los niveles de educación desiguales; el pésimo papel de la democracia y del gobierno; falta de solidaridad por los sectores más ricos que concentran el poder político-económico; crecimiento de la economía sin desarrollo económico; empobrecimiento de la clase media.
La pobreza se origina en sociedades cuya organización está en manos de un grupo limitado de personas, que se ocupa de la solución de sus propios problemas y no de la de aquellos que tienen relación con la sociedad. No existe repartición de los bienes ni participación del pueblo en el gobierno. Las legislaciones en este tipo de sistema político, favorecen grupos determinados, que concentran el poder económico, creando la desigualdad.
El problema está en la ineficacia del sistema político porque los poderes político y económico están en manos de una minoría, y como sabemos, los involucrados directos son quienes sufren de difíciles condiciones económicas y son marginados de las oportunidades. Por otro lado, los que concentran los poderes económico y político están involucrados como responsables directos de la marginación y de la división de la sociedad. El resto de la sociedad está involucrada por estar inserta en el sistema y flujo económico, aunque no se sienta responsable por el problema de la pobreza. Todos los que formamos parte de la sociedad, somos responsables indirectos de esta situación.
Resolver el asunto de la pobreza no es fácil, obedece a un problema estructural que no se resuelve con dar dinero a la gente pobre con programas de apoyo social. Es necesario implementar políticas de gobierno con transparencia en el uso y destino de todos los recursos nacionales; establecer programas que ataquen el problema de raíz, que logren estimular el capital humano para estar en condición de que el gobierno realice inversiones en mejorar salud, educación, alimentación, capacitación para el trabajo, entre otros, para que el trabajador esté en condición de ejecutar procesos de manufactura más complejos y por tanto mejor pagados y poder recibir inversión privada, nacional y extranjera.