Finalmente, se llegó la fecha temida por casi todo México: las campañas políticas oficiales que autoriza el Instituto Nacional Electoral para que se lleven a cabo sin más simulación como lasque vivimos por espacio de varios meses disfrazados de precampañas y de inter-campañas.
A partir de ya, comienza el bombardeo para justificar el multimillonario presupuesto que se regala a los partidos políticos por escuchar mentiras, demagogia y una serie de promesas que nunca se llevan a cabo, aunado a los miles de ataques que entre sí estarán achacándose por todo lo que se imagine el ciudadano.
Es decir, vienen tiempos peores, y vaya que los padeceremos.
Y han anunciado que a partir de las 00 horas iniciarán, lo que nos parece un muy mal motivo publicitario; entendamos que nadie está atento a las cero horas de qué digan los que pretenden ganar las elecciones, y es pura pose, pura demagogia y arriesgar a los miles de acarreados que llevan en cada uno de los eventos que se suscitarán, considerando que la seguridad ciudadana está en entredicho.
A partir de esta fecha, podremos escuchar las amenazas de uno y de otro, los ataques, las difamaciones y veremos los millones de memes y mentiras que la gente ávida de hacer algo ante su ineficiencia e incapacidad, distribuirá mediante redes sociales, dando por bueno el hecho de que tal o cual persona hizo o dijo o tornó ciertos acontecimientos, claro, sin más prueba que la difamación en su más pura expresión.
Y como siempre, habrá paleros que reproduzcan estas mentiras y dañen aún más el proceso de México, desalentando a muchos para votar y a otros, considerando que ya tenían una simpatía, para afirmar o rechazar tajantemente: viene el tiempo en que nos deberán convencer de votar por ellos y ellas, y de garantizarse no una gestión honorable, sino un salario insultante durante seis años.
O así lo ve la ciudadanía, que se molesta y mucho al ver lo que gana un diputado o un senador, cuando la verdad su trabajo deja mucho que desear.
Y el proceso sigue haciendo que muchos tomen enemigos gratuitos: ninguno de los candidatos hace a cada tamaulipeco, por citar un ejemplo, en este mundo como un ciudadano con nombre y filiación, es decir, no nos conocen aquellos por quienes simpatizamos, y nosotros hacemos cuanto nos es posible por vender bien o mal su imagen, y en ese camino dejamos amistades a veces valiosas, porque hay quien piensa que si nosotros no estamos de acuerdo con su forma de ver las cosas, somos unos idiotas, estamos mal, somos carentes de visión y más, y entonces, nos descalifican y hasta nos dejan de hablar.
Y eso sucede cada vez que hay campañas.
Y dentro de los partidos, donde se repartieron el botín -perdón, las candidaturas- tendrán que subsanar las múltiples heridas en los grupos que no están acostumbrados a perder el poder, y entonces vendrán las venganzas y los golpes bajos que, comprobado está, surgen muchas veces del seno del mismo instituto político, más, ahora que son coaliciones que nada tienen de afines y sí de cómplices.
Sea cual sea el asunto, se supone que Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, el señor Meade y la señora de Calderón comenzarán una lucha para llegar a la presidencia de la República, amparados en muchos argumentos que, nos convenzan o no, están ahí, y uno de ellos tendrá mayoría y ganará, nos guste o no.
El otro acto de madurez, siendo el primero responder con nuestro voto el día de la elección, será el de aceptar a quien la mayoría haya elegido, y no pensar que porque no ganó “mi” candidato hubo fraude. Civilidad necesitamos para respetar la voluntad de las mayorías, aunque no nos favorezcan.
Ese es el juego de la democracia y la legalidad, y comienza, supuestamente, ya.
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