Cuando niño, muchas veces escuché decir a mi madre, que las personas buenas se iban al cielo, me daba mucha curiosidad saber cómo se podía ir, si durante los años que llevaba de vida y recorría junto a mis padres las diferentes carreteras, cuando salíamos a algún viaje, jamás me habían respondido cuál era el camino para llegar al cielo, sólo reían y me decían algún día lo sabrás.

Me pasé muchas tardes viendo el firmamento, esperando que apareciera un camino, pero sólo veía nubes blancas durante el día, y estrellas durante la noche, y cuando el cielo se tornaba gris por la vecindad de una tormenta, acaso veía relámpagos a lo lejos, y escuchaba los truenos; entonces pensaba que los ruidos eran producto de cómo las personas que iban al cielo se iban abriendo paso cortando los árboles que se interponían a su paso, y los relámpagos, eran las chispas que saltaban de los filosos machetes, cuando por no medir la fuerza, de un tajo, por el filo, caían los tallos y la herramienta de corte topaba con las rocas.

Nunca dejé de buscar el camino al cielo durante mi niñez, y en la adolescencia, empecé de nuevo a escuchar algunos comentarios sobre el cielo, pero en esa época, algunos de mis amigos lo decían con otra connotación, al referirse al enamoramiento, por ejemplo: ver a esa chica me lleva hasta el cielo, o me siento casi en el cielo cuando la veo; desde luego para no verme ridículo, jamás les pregunté cómo le habían hecho para estar tan cerca de aquel enigmático lugar. Cuando me tocó el turno a mí y me enamoré en la adolescencia, tuve esa sensación que difícilmente se puede describir con palabras, pero me dije, tal vez para encontrar el camino al cielo necesites de alguien más, y esta sensación indescriptible sea una de las claves para encontrarlo. Cuando le di el primer beso a mi enamorada, ella dijo, me llevaste hasta el cielo, eso me llenó de alegría, pues sentí que iba por buen camino, y entonces pensé, si eso fue con tan sólo un beso ¿hasta dónde llegaríamos los dos si la sigo besando, así que no desaprovechaba oportunidad de besar, a la que en esa, tan especial etapa de la vida, concebía como mi novia; sin duda ese era el camino y no dudé en seguirlo.

El destino me alejó por un tiempo de mi propósito de encontrar el camino al cielo, pues me tuve que separar de la persona que me había acercado más a mi meta, era la etapa de forjarme una carrera universitaria y no podía eludir esa oportunidad, aunque a decir verdad, no era feliz estando tan lejos del camino y decidí acercarme a través de las letras, y me propuse a escribir una carta al día y en ocasionases una carta por la mañana, al mediodía y por las noches, todas iban dirigidas al único cielo que había encontrado después de haber caminado tanto; para acentuar mi felicidad, mis cartas fueron contestadas, y en ellas siempre aparecía la frase : Te extraño tanto mi cielo, y entonces me percaté que yo había sido también el camino para que otra persona encontrara el cielo.

Luchar toda la vida por tratar de ser bueno, tiene su recompensa, porque te lleva de la mano de la persona indicada, para conocer al único ser que es bueno, porque él es el camino, la verdad y la vida: Jesucristo.

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