Aprovechando que en la misa de este domingo se escucha en la primera lectura: “En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles: Sean santos, porque yo, el Señor soy santo” (libro del Levítico 19, 1 – 2).

Y en el texto del Evangelio: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos… Ustedes, pues, sean perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 38 – 48).

En ese marco deseo volver a tomar algunas ideas que el Papa Francisco escribió sobre el llamado a la santidad en el mundo actual que escribiera en la Exhortación Apostólica que publicó el 19 de marzo del año 2018:

“El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: Camina en mi presencia y sé perfecto” (Gn 17, 1).

“Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones. Esa reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (Mt 5, 3 – 12). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: “¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?”, la respuesta es sencilla: es necesario hacer cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas. En ellas se dibuja el rostro del Maestro que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas.

“La palabra “feliz” o “bienaventurado”, pasa a ser sinónimo de “santo”, porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha.

Lo que se escucha este domingo en la Palabra de Dios escrita en la Biblia haga recordar a todos los bautizados, que por serlo Dios los llama a la santidad.

Se puede orar con palabras del Salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso. Lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados”.

Que el buen Padre Dios permanezca siempre con ustedes.