El pueblo de México es solidario, generoso, capaz de movilizarse espontáneamente para acudir en ayuda de quien lo necesita, dispuesto a dar lo mejor de sí mismo en los peores momentos, imparable cuando se lo propone. Un gran pueblo a la altura de la gran nación que es México. Los sismos de 1988 son un ejemplo.

Sin embargo, el Gobierno se caracteriza por inoperancia a la hora de dar respuesta a la catástrofe del crimen organizado, aunque dispone de los medios para hacerlo, por mezquindad y complicidad política de “abrazos y no balazos”.Mientras miles de personas están muertas y otras desaparecidas, aunque surgen desde sus tumbas señalando la criminalidad de gobernantes y de funcionarios no hay acción de respuesta colectiva gubernamental.

Estos gobernantes están con el agua al cuello ¿Es posible concebir semejante caos mortal sin conocimiento del Gobierno? Complicidad y falta de empatía impiden investigar y sancionar. La sociopatía criminal se instaló en gobiernos federal, estatales y municipales. Descubren fosas, cadáveres, restos humanos, reciben dinero sucio, sin que se note humanismo en las instancias de gobierno, una tragedia para el pueblo mexicano.

La ausencia moral pública está vigente. No hay manifestación de perdón a los seres humanos afectados, ni apoyo para analizar centenares de fosas descubiertas por ellos mismos y continuar investigando al respecto. Se trata delabandono del puesto de mando ante una situación de emergencia crítica.

Impide el accionar colectivo gubernamental de detener al crimen organizado sus socios: funcionarios, gobernantes estatales y municipales, banca, industria privada; limpiar de maleza que prolifera con abono aplicado por el gobierno. Personajes y ladrones de cuello blanco se tienen que ir del puesto y tal vez a la cárcel.

La credibilidad gubernamental respecto a su transparencia en el ataque al crimen organizado está en la ruina. El daño a México, instituciones y pueblo, está hecho y además debe cargar con un cadáver político, el suyo propio.

Las familias de las víctimas merecen saber por qué no se hizo todo lo que se podía durante años y que su tragedia sirva para que nunca más un político se atreva a no tomarse en serio las vidas de los ciudadanos.

México padece negligencia y maldad que arrastran la dinámicas política, la queante las acciones de los grupos colectivos y diverso reclamos sociales, muestra que el Gobierno es un Narcoestado separados de la naturaleza moral de sus ciudadanos.