La actividad física es fundamental en todas las etapas de la vida. La inactividad física es el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a mortalidad mundial (6%), advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS)
La práctica de ejercicio tiene importantes ventajas para la salud de la persona mayor por su capacidad preventiva y terapéutica al mejorar la fuerza muscular y la elasticidad, el sistema inmunológico y la funcionalidad cardiorrespiratoria, la reserva cognitiva y abate el riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés.
Estudios como el del Instituto Karolinska (Suecia) corroboran que el ejercicio físico disminuye el riesgo de padecer cualquier tipo de demencia en la vejez y reduce 40% el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular. Recomendaciones a la hora de que la persona mayor practique ejercicio:
Adaptarse a las capacidades. Si el mayor no ha hecho nunca o hace tiempo que no practica ningún deporte, debe empezar con actividad de baja intensidad y aumentar de manera progresiva, sin prisa y sin llegar a intensidad máxima. Lo importante es realizar ejercicio de manera mantenida.
Utilizar vestimenta adecuada. Ropa y calzado adecuados a la actividad o ejercicio que se va a realizar. Trabajar todos los músculos. La actividad física debe incluir ejercicios que fortalezcan aparato locomotor, equilibrio y flexibilidad. Por tanto, no deben limitarse a ejercicios aeróbicos, como caminar, bailar, trotar o nadar pues son beneficiosos, pero es necesario complementarlos con otro tipo de actividades, como el trabajo de fuerza que evita la pérdida de tejido muscular propia de la edad. Otro tipo de ejercicios que debe incluirse en todas las rutinas de las personas mayores son andar de puntillas o mantenerse de pie con un solo apoyo. Estos ejercicios sirven para evitar caídas y estirar los músculos.
Calentar antes de empezar. Antes y después de iniciar cualquier actividad física de intensidad moderada o intensa, se recomienda realizar ejercicios de elongación, que son ejercicios de calentamiento que permiten evitar lesiones y repercuten en la flexibilidad.
Dedicar tiempo sin forzar. Es recomendable que los mayores de 65 años dediquen diariamente al menos 25 minutos de actividad física y una hora a actividades de estimulación cognitiva; leer o hacer crucigramas y sudokus, combinando ambas para no trabajar solo un aspecto.
35% de personas mayores de 65 años o más sufren una caída al año, porcentaje que aumenta a 42% en aquellas personas mayores de 70 años, datos que indican la magnitud de las caídas como problema mundial de salud pública.
Los ejercicios a desarrollar consisten en fortalecer la fuerza de las piernas en la medida que sea posible, sin llegar a la extenuación ni a sentir dolor. La práctica de actividad física adaptada (AFA) en personas mayores reduce 35% las caídas, lo que confirma el impacto positivo y preventivo de los programas de actividad física adaptada en la calidad de vida y autonomía de las personas mayores en el ámbito residencial.