“No hay nada menos objetivo que un ser humano guiado por sus prejuicios…”

José Luis Martín Descalzo

Corría el año 1993.

Era el primer año del gobierno de Manuel Cavazos Lerma, su servidor tenía el encargo en ese sexenio de Subcoordinador General de Comunicación Social y empezaban a aparecer en Tamaulipas los primeros teléfonos celulares.

Una tarde, al salir de Palacio de Gobierno, un periodista y ex compañero de trabajo en un diario, me saludó con un comentario entre divertido y mordaz:

¡”Oye, te escuché en el teléfono que le reclamaste al Director una nota!…No sean tan quisiquillosos…”

Confieso que inicialmente me sorprendieron sus palabras. Era mi primer encuentro directo como afectado con una sobada práctica política: El espionaje. Su servidor había entrado en ese entonces al mundillo en donde eso se manejaba y se maneja todavía coloquialmente como “tener pájaros en el alambre”.

¡32 años atrás!

La narración de este pasaje tiene un objetivo y conlleva una reflexión: El objetivo es dejar claro que ser vigilado es una actividad indeseable tolerada y reproducida en nuestro país y en Tamaulipas desde la noche de los tiempos. Quien se asuste del refinamiento tecnológico usado hoy para llevarla a cabo es un farsante, un ignorante o un timorato asustadizo. Es sólo más de lo mismo, pero con un universo más amplio.

¿Y la reflexión?

La expongo con su permiso: El escenario anterior tiene un vínculo histórico con lo que en los días cercanos se ha dado en llamar “Ley Censura”, aplicada ya como normatividad jurídica en Puebla y en los hechos en Campeche.

El pasado martes, el presidente de la Junta de Gobierno del Congreso del Estado, Humberto Prieto, desnudó su percepción sobre la libertad de expresión y aseguró que en muchas ocasiones ese derecho se ha convertido en libertinaje para externar “sin sustento”, críticas, denuncias o señalamientos contra funcionarios públicos, por lo que anticipó que si se presenta en esa Cámara una propuesta para analizar un posible símil de esa “Ley Censura” en esta patria chica, se recibirá y se discutirá con todos los diputados al igual que sucede con otros temas.

Es obvio que el diputado morenista trae como asienta la voz popular, “el puñal clavado” y se ve a sí mismo como víctima de esas opiniones. Pero olvida algo. Y muy importante.

No es un ciudadano más. El vocero de la claque morenista en el Poder Legislativo debería recordar que representa a un grupo parlamentario y que si una obligación en ese puesto es como él bien señala, recibir y analizar las propuestas en ese recinto, su sentir personal debe dejarlo guardado en el ropero o debajo del colchón para sacarlo cuando sea posible y permisible, no utilizando su investidura para tratar de denigrar al periodismo o a cualquier otro tipo de manifestación popular.

Lo anterior lleva a formular una pregunta:

¿Tiene línea el dirigente de la Junta de Gobierno del Congreso para adelantar una virtual decisión política y jurídica de ese tamaño?

En lo particular no lo creo. Lo más probable es que el señor Prieto sólo haya dado una muestra más de su beligerancia política y contumaz ligereza para hablar, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, colocando en un atolladero a quienes lo ubicaron en ese puesto.

Y la pregunta final:

¿Será tiempo de refrescar ese cargo con alguien con más prudencia y menos intolerancia?…

X: @LABERINTOS_HOY