Daniele Orsato hizo sonar el silbato luego de que los Mexicanos al Grito de Guerra y Los Laureles se pusieran al “tú por tú” en la ceremonia prepartido.

Eran apenas dos minutos de encuentro cuando Argentina ya empezaba a montar ataques hacia el frente con un Ángel Di María que se volvió a poner la casaca de líder tras el fracaso de Arabia Saudita.

México batallaba con una línea de cinco que acababa siendo de ocho ante el abucheo constante de sus paisanos cuando la albiceleste tocaba la de gajos.

Marcaba diez el cronómetro y el combinado nacional era quien controlaba la pelota ayudados por un muy activo Alexis Vega que iba y venía. Sin embargo, los sudamericanos no regalaban ni un centímetro de su propio campo.

Llegando al cuarto de hora, los de Martino se amurallaban sin el colorido balón con dos líneas de cinco dejando solo a su número diez. Con la bola en los pies volvían a ser tímidos: toque tras toque tras toque, pero sin querer arrimar la pelota al área. Del otro costado la posesión era mucho menor, no obstante, los de Escaloni parecían cargar consigo más volumen de juego con menos trazos.

Messi y Gerardo Montiel fueron los primeros en establecer conexión dentro del último tercio azteca al 23. A punta de primeros toques terminaron colgando un centro por la punta de la derecha que Guillermo Ochoa sólo vigiló al pasar. No había forma de armar desorden entre tanto orden.

A la media hora, el duelo en que se habían gastado tantos titulares era tenso dentro y fuera del campo, pero también, más trabado que una puerta con candado y más neutro que una barra de jabón para la cara.

Faltaban diez para el medio tiempo y el combinado mexicano ya metía serruchazos a todo el que se le metiera entre líneas: Messi, Rodrigo De Pail, Di María, todos terminaron yendo para el piso. Del otro lado de la alfombra verde, Jesús Gallardo y Kevin Álvarez hacían el intento por salir desde atrás para buscar a Vega y Hirving Lozano. Poco podían hacer con una línea de fondo argentina que no tardaba en replegarse.

A cinco del entretiempo y pese al buen partido, los años y la condición le pasaron la factura al Principito rojinegro y Andrés Guardado salió de cambio, cabizbajo y dándole la mano a Erick Gutiérrez.

La escuadra de Martino no se fue a las regaderas sin pegar el susto con un tiro libre de Vega completamente de frente al arco argentino. Para desgracia del graderío, Damián Emiliano Martínez, ese muchacho al que le dicen “Dibu”, bajó una bala en pleno vuelo.

Al término de los primeros 45, no había goles en el luminoso, si había, sin embargo, 22 tipos que tenía que ir a sobarse las piernas.

Murallas, Medio Metro de Messi y el Error de Herrera

Arrancaba la parte complementaria y a los cinco minutos de la misma la cosa ya era un partido de ping pong. Los balonazos iban para todos lados pero nadie controlaba el esférico.

Nos acercábamos a la hora de acción y la balanza ya se había invertido en Lusail. Era Argentina quien controlaba las bandas con Di María y el hijo del colorado Alexis Mac Allister; ambos con la intención de hacerle llegar la pelota al astro del PSG.

Leo Messi fue el encargado de poner el primero en el luminoso al 63 tras un lapsus de Héctor Herrera. El del Houston Dynamo se desentendió de su marca viendo a Di María, le regaló medio metro al ex Barcelona y con eso tuvo el 10 para mandarla a guardar al fondo de la red.

Con el marcador abajo el cambio de mentalidad fue evidente. Martino tiró a la basura la línea de cinco en favor de 4-4-2 con todos para arriba con 20 minutos por jugar. Al 72 Vega y Lozano ya no eran más. la presión ahora caía en los hombros del Piojo Alvarado y Uriel Antuna.

Al fondo del equipo nacional el asunto ya era muy diferente, Lo que fue muralla pasaba a ser un despoblado había que batallar cuerpo a cuerpo para frenar los ímpetus argentos. Ya no había seguridad atrás y las bandas ya eran autopista para el Fideo, De Paul y Julián Álvare.z.

Faltaban diez minutos y la única sensación que transmitían los de Martino era de confusión. Héctor Moreno buscaba salir con pelota dominada pero la propi desesperación hacía imposible que se juntaran sus compañeros en busca del pase corto; todo eran balonazos.

A cinco del final, los dueños sentimentales de Las Malvinas mandaron liquidar el partido con un auténtico golazo de Enzo Fernández que desbordó y definió al ángulo de pierna derecha desde la esquina del área.

Los 90 reglamentarios y su respectiva morralla se agotaron ante un respetable mexicano enmudecido que veía difícil pasar de la fase de grupos.